Fortificación de sal con micro-nutrientes dentro del marco de la estrategia para la reducción del consumo de sal en Latinoamérica

Uso de las pruebas científicas en el desarrollo de directrices globales de la Organización Mundial de la Salud para la fortificación de sal de uso alimentario con Yodo

Juan Pablo Peña-Rosas, Diana Estévez, María Nieves García-Casal

Organización Mundial de la Salud (OMS), Ginebra, Suiza

Introducción: El yodo es un elemento esencial para la síntesis de hormonas producidas por la glándula tiroides que participan del crecimiento, desarrollo y control de procesos metabólicos del cuerpo. Además del bocio, la deficiencia de yodo resulta en daño cerebral irreversible en el feto y recién nacido, retardo en la maduración psicomotora de los niños y problemas de aprendizaje por reducida capacidad cognitiva. Muchos países han eliminado o reducido substancialmente los trastornos ocasionados por deficiencia de yodo a través de la fortificación universal de sal alimentaria. Sin embargo, considerando el plan de acción global para la prevención y control de enfermedades no transmisibles que establece como objetivo voluntario global la reducción de consumo de sal, existía la preocupación sobre cómo continuar proveyendo a la población el yodo necesario. La OMS, como ente normativo especializado, sigue un proceso para la elaboración de directrices sustentadas por pruebas científicas, que inicia con la identificación de problemas prioritarios de salud y sus consecuencias; analiza y sintetiza los hallazgos científicos y, finalmente fórmula recomendaciones basándose en revisiones sistemáticas de la evidencia. La directriz para la fortificación de sal de uso alimentario con yodo para la prevención y control de trastornos por deficiencia de yodo provee recomendaciones direccionadas a quienes hacen políticas públicas y sus asesores, al personal técnico de programas de salud en organizaciones que están inmersas en el diseño, implementación y aplicación de programas de fortificación de sal con yodo y vinculadas en acciones de salud pública. La sal alimentaria es considerada un vehículo apropiado para la fortificación con yodo pues es ampliamente consumida por prácticamente todos los grupos poblacionales en todos los países. En muchos países de la región de las Américas, la producción de sal se limita a algunos centros, facilitando el control de calidad. Desarrollo: Se realizaron dos consultas técnicas normativas en Ginebra-Suiza: febrero del 2010, para determinar el alcance de la directriz y junio del 2014 para el desarrollo de las directrices. Adicionalmente en marzo del 2013, en Sídney-Australia se realizó una consulta no normativa sobre la coherencia en las estrategias para reducir la ingestión de sal/sodio a nivel poblacional y la fortificación de alimentos con yodo. Una revisión sistemática se comisionó en 2012 con el objetivo de evaluar los efectos y seguridad de la fortificación de sal alimentaria con yodo. En esta revisión se incluyeron 2 ensayos clínicos aleatorizados, 6 ensayos clínicos no aleatorizados, 20 cuasi experimentales, 16 cohorte, 42 estudios transversales, y 3 estudios de diseño mixto, confirmando que la sal yodada reduce el riesgo de bocio, cretinismo, función cognitiva comprometida y deficiencia de yodo. Con esta evidencia y alineados con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, particularmente con la mejora de la salud materna y reducción de la mortalidad de los niños y, también con el plan de acción global para la prevención y control de enfermedades no transmisibles, particularmente la reducción voluntaria de consumo de sal, la directriz para la fortificación de sal alimentaria con yodo para la prevención y control de trastornos por deficiencia de yodo determinó que: toda la sal utilizada para el consumo y procesamiento de alimentos debe ser fortificada con yodo como estrategia segura para prevenir y controlar trastornos por deficiencia de yodo y estableció rangos de fortificación dependiendo del consumo de sal de la población, asegurándose que se ingiera suficiente yodo a pesar de la reducción de ingestión de sal. Conclusiones: Las políticas de reducción del consumo de sal y la yodación universal de sal son compatibles. La concentración de yodo para la fortificación de sal alimentaria debe ajustarse y ser monitorizada por las autoridades responsables de la implementación y control del programa, basados en los datos de consumo, considerando el uso doméstico y el industrial en la manufactura de alimentos procesados; asegurándose que la sal yodada se encuentre dentro de rangos de consumo aceptables y que alcance a toda la población mayor de un año, con orientación de la concentración de yodo en la sal, siendo necesario adaptar y adoptar estas recomendaciones con el objetivo de proveer suficiente yodo para todos, inclusive los que tienen baja ingestión de sal, y a la vez previniendo el exceso de yodo para aquellos que mantienen alta ingestión. Se requiere además fortalecer los sistemas de recolección sistemática de datos para evaluar y monitorizar el desempeño de programas de fortificación universal de sal con yodo a nivel nacional. Agradecimientos: La OMS agradece el apoyo de la Agencia Internacional de Ayuda Internacional (USAID, por su sigla en inglés) por el apoyo financiero para el trabajo en micronutrientes en salud materna e infantil. Referencias: 1.WHO. Guideline: Fortification of food-grade salt with iodine for the prevention and control of iodine deficiency disorders. Geneva: World Health Organization, 2014. 2.WHO. Handbook for Guideline Development 2nd Edition, 2014.